Hasta el próximo 10 de enero de 2016 puede visitarse en el Museo de Bellas Artes de Badajoz, MUBA, la exposición pictórica de José Bermudo Mateos (1853-1920). El acto inaugural, celebrado ayer por la tarde, contó con la presencia de Cristina Núñez, diputada-delegada del Área de Cultura de la Diputación; Mª Teresa Rodríguez, responsable del MUBA y comisaria de la exposición; la autora del catálogo sobre la muestra y el artista, Yolanda González Muñoz; y un público asistente a la primera actividad expositiva que celebra la pinacoteca desde su inauguración tras las obras de ampliación.
La muestra, compuesta por 42 obras, ocupa dos plantas, la baja y la primera, del edificio de exposiciones temporales con entrada por la calle Pizarro. Un par de cuadros han sido sustituidos por reproducciones fotográficas debido al tamaño de los lienzos, difíciles de encajar en las nuevas salas expositivas.
Academicista, descriptivo, entrañable, cotidiano, bucólico, sereno, brillante…son algunos de los calificativos utilizados para definir su personalidad. A estos habría que añadir el de desconocido, tal y como sostiene Teresa Rodríguez: “es poco conocido en su tierra a pesar de pertenecer a la generación de nuestros pintores extremeños más reconocidos del XIX”.
Ese desconocimiento puede deberse a la salida temprana de Extremadura rumbo a Madrid, sus viajes por Europa, Centro Amércia y Norte América, y a la dispersión de sus cuadros, parte de ellos fuera de España, circunstancia que ha dificultado reunir las 42 obras que componen la muestra. Varias de ellas forman parte de la exposición permanente del museo. Otras provienen de los fondos de la Diputación de Cáceres, el resto de préstamos particulares y de otros museos.
“Pueden parecer pocas -añade Teresa-, pero son sin embargo las únicas obras localizadas del pintor, exceptuando los óleos conservados en museos de San Francisco y Chicago, además de otros en una colección particular en Buenos Aires”.
Para acercarlo al público se ha gestado esta exposición tras año y medio de preparativos con el entonces director Román Hernández a la cabeza. La recuperación de artistas extremeños, primando los pacenses, es una de las señas de identidad del MUBA. Cristina Núñez lo describe como “noble tarea que conlleva una profunda labor de investigación, lo que nos permite conocer páginas de nuestra historia que, probablemente, se perderían si no fuera por cometidos como este”.
Vivió Bermudo la transición del academicismo a la modernidad, participando, como resalta Rodríguez. “de la obra de género y costumbres, pinta paisaje del natural, refleja el realismo social y practica el retrato, fórmulas que avanzan por la aparición de una fuerte burguesía”. No olvidó la pintura religiosa ni romántica.
Participa en las exposiciones nacionales de bellas artes hasta en diez ocasiones. Y hasta en tres ocasiones solicita una beca a la Diputación de Cáceres que nunca se le concedió. “Esto no amilana al artista -precisa la comisaria de la muestra-, que vendiendo su propia pintura conseguirá viajar a Italia y Francia”.
El Museo de Bellas Artes de Badajoz , en esta última década, ha adquirido tres obras del pintor y gestionado dos depósitos del Museo del Prado.
Antes de dar por inaugurada la muestra, la diputada provincial agradeció la colaboración de los propietarios particulares, de la Diputación cacereña y de los miembros de la Asociación de Amigos del MUBA , “que de manera altruista cumplen la importante función de ser puente entre el museo y la sociedad”.
José Bermudo Mateos nace en 1853 en el arrabal de Huertas de Animas, a dos kilómetros de Trujillo. Fue alumno de la Escuela Superior de Pintura de Madrid, presentándose frecuentemente a las Exposiciones Nacionales desde 1876. Pertenece a esa fructífera generación de pintores de transición dentro de la vorágine de las tendencias de gustos privados y oficialidad que transita hacia la modernidad y que, partiendo de temáticas costumbristas, participan del retrato, el paisaje, la grandilocuente pintura de historia e incluso de la religiosa.
Formado en Madrid, visitó Italia y París, entre 1880 y 1881 residirá de nuevo en Extremadura, aunque regresa a la capital de España al año siguiente pasando largas temporadas en Aranjuez. Viajó a América Central en 1889, conociendo Argentina y posteriormente Chicago. Entre sus obras hemos de destacar “Una Bacante”, presentada en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid en el año 1876. En 1881 repitió con la obra “Los Mártires” o “Eudoro y Cimodea” y “Los presentes para la boda, costumbre de la provincia de Cáceres”. En 1987 volvió a presentarse a la Exposición madrileña con “Alfonso XII visitando a los coléricos de Aranjuez”. En estas últimas muestras citadas, las comprendidas entre los años 1884-1887, recibió el artista menciones honoríficas. Fue profesor con título de la Escuela Central de Artes y Oficios. Obtuvo Tercera Medalla en 1892, con las obras “Los hijos de Antonio Pérez ante Rodrigo Vázquez” y “Alegoría del 2º Centenario de Calderón”, propiedad del Museo de Cáceres, sito en el Palacio de las Veletas. En la de 1895 obtuvo la Tercera Medalla con la obra “Encomienda de Isabel la Católica”. Fue condecorado en 1899 y 1901.
Pintor esencialmente romántico y costumbrista, con un lenguaje figurativo y dentro del realismo decimonónico, consiguió ciertas calidades por su capacidad de dibujante y suficiente práctica académica. Con el cuadro “¡Vaya un par!” fue condecorado con la Cruz de Caballero de Isabel la Católica. Participa de momentos cargados de anécdotas y no libres de un cierto sentido pícaro en muchas ocasiones. El MUBA conserva la obra “Los hijos de Antonio Pérez ante Rodrigo Vázquez”, depósito del Museo del Prado.
El horario de visitas es mañanas de martes a domingo (ambos inclusive) de 10h. a 14h., y tardes de martes a sábado de 16h. a 20h.
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