Cuenta la leyenda que en el confín de los tiempos, el rey de Esparta ordenó arrojar al mar a su hija recién nacida. Una bandada de patos salvajes la sostuvo a flote, la alimentó y la llevó a la costa. Ante semejante milagro el padre enternecido la tomó en sus brazos y la llamó Penélope, que significa “la que lleva el rostro cubierto con una tela de araña”.
Penélope creció y su padre el Rey organizó unos Juegos con un singular premio: Ella.
Ulises, joven rey de Ítaca, veloz como el rayo, obtiene el trofeo. Tienen un hijo, Telémaco, y Ulises parte hacia la Guerra de Troya. Cubierta con un velo, entrega a Penélope a los Nobles de Itaca para que cuiden de ella en su ausencia. Y así nació el mito de Penélope. Edad del Bronce. Hace unos 34 siglos. Una leyenda que corre de boca en boca y cinco siglos después aparece escrita en la Odisea.
Penélope, esposa fiel, espera años y años el regreso de Ulises. Espera y resiste. Se espera a si misma. Intenta actuar, decidir, gobernar. Pero su propio hijo Telémaco le prohíbe la palabra en cualquier espacio público. Estamos ante el primer momento documentado, en la Odisea de Homero, en el que un hombre silencia a una mujer.
Penélope resiste, alimentada por el cariño y la sabiduría del aya Euriclea. Resiste el correctivo de su hijo y el brutal acoso de los Nobles que invaden su palacio. Llegan de las vecinas islas griegas. Se dice que eran más de trescientos los que querían su lecho y el gobierno de Itaca.
Pero ella construye una hábil estrategia. Promete esposarse con uno de ellos cuando acabe de tejer la mortaja de Ulises. Teje en el día y desteje en la noche. Teje su propia vida, y se adueña de su destino. Se permite la libertad de crear y también de destruir.
Homero la calificó como la más inteligente de las mujeres. Y Penélope sigue atravesando el tiempo como una flecha veloz atraviesa el aire. Está aquí con nosotros en pleno siglo XXI.
Ha vivido en la imaginación colectiva como una metáfora de la sumisión femenina. Hoy renace plena y poderosa como una heroína contemporánea que busca en la resistencia su espacio y su identidad.
18 actores y actrices sobre las piedras de Mérida contarán la mágica historia de una Penélope que quiere echarse a la mar. Una Penélope que quiere navegar en las aguas de los mares, serenos… o enfurecidos.
Magüi Mira
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