Quizás, el ser humano es consciente de que no solo puede desaparecer como individuo de esta tierra, sino toda o gran parte de la especie.
Pensaba hace unas semanas que quizás otra especie tenga más posibilidades de sobrevivir que la humana, algunas durante decenas de millones de años, casi todas evolucionando hacia otras, algunas evolucionando y no evolucionando. Pero el ser humano es la única especie que sepamos que puede autoextinguirse a sí misma. La especie humana en el siglo pasado llegó a la capacidad científica y técnica de darse así mismo el matarile definitivo. Esto es lo que nos diferencia de otras especies en este planeta. Ninguna puede extinguirse a si misma por si misma, sino por cuestiones ambientales o naturales externas a ella misma. Pero el ser humano sí.
Conservo un artículo publicado hace más de una década, quizás dos, de las diez razones posibles de cómo el ser humano se podría extinguir: unas razones, no las diré, podrían ser por fenómenos naturales o de la naturaleza, naturaleza de la tierra o en la tierra, naturaleza dependiente del cosmos o del universo. Otra serie de razones por factores sociales o políticos o económicos que pueden terminar en un conflicto de proporciones enormes –siempre se cita a César, Gengis Khan, Tamerlán como tres entes humanos que produjeron enormes muertes a pueblos enteros, por millones, en el siglo veinte hemos visto esa realidad aplicada-.
Pero la tecnología y la ciencia, a la que se llegó en el siglo veinte, tuvimos la conciencia y la consciencia que teníamos el poder, el poder que jamás habíamos tenido de extinguirnos o de hacernos desaparecer a nosotros mismos. Y, ese peso lo llevamos desde entonces: fundamentalmente con dos instrumentos el armamento nuclear y el armamento biológico… Se habla de filosofías existencialistas, nihilistas en el siglo veinte. Pero olvidamos que una parte de la población ha vivido, cada día, se ha levantado con el temor de que sucediese esta realidad. No vamos a hablar aquí del reloj del fin del mundo –un reloj imaginario y simbólico, que está a dos o tres minutos de la posibilidad de dicho acontecimiento…-.
El notable escritor literario y articulista literario de opinión, Antonio Muñoz Molina, publicó en El País, un artículo del 07 de enero del 2023, que titulaba: Vísperas de un fin del mundo. Que nos relata con su inteligencia y su capacidad y sus conocimientos y su literatura y su microensayo, -porque al final, que es una columna periodística, sino un subgénero del ensayo, lo que algunos autores denominan microensayo-. Nos relata el problema de 1962, aquellos días, que estuvo, dicen, el mundo, casi en la frontera de la espada de Damocles definitiva, que se rompiese dicho trozo de hierro con radiactividad…
Nos guste o no, el fuego como tecnología cambió al ser humano hace cuatrocientos mil años –otros otorgan otra cifra-, el arco y la flecha hace unas decenas de miles de años… Nosotros hacemos la técnica o tecnología. Pero ya hecha y fabricada e inventada, si la utilizamos, entonces ésta nos cambia a nosotros. Tenemos que ser consciente de ello. La tecnología nuclear, en todas sus finalidades y utilidades nos ha cambiado el mundo. Y, la gran idea que debemos deducir e inducir, bajo mi modesto entender y comprender es que el mundo ya no puede vivir y existir bajo 192 Estados, con 192 ejércitos, 192 Parlamentos, 192 Ejecutivos, 192…
Tenemos y necesitamos, en paz y en tolerancia y en mutuo acuerdo encontrar formas y maneras, que exista Una Autoridad Política Mundial, utilizando la nomenclatura y conceptualización vaticana… La humanidad o la especie humana ha llegado a tal poder, tal poder de construcción y de destrucción del mundo terráqueo, a nivel natural y a nivel de lo humano, que nos podemos destruir y autodestruir mil veces, sea con elementos biológicos que podemos inventar y crear y criar, sea con elementos físico nucleares…
¿Pero cómo se le pone la campana a este enorme monstruo que es que estamos sobre un dragón que nos puede devorar…? ¿Cómo la veintena de grandes culturas o civilizaciones, sin entrar en las diferencias/similitudes de ellas, existentes en el mundo, la docenas de grandes religiones existentes en el mundo, las cuatro mil lenguas existentes en el mundo, la decena de grandes etnias o colores de piel en el mundo, la decena de grandes ideologías y filosofías sociopolíticas existentes en el mundo, y los ocho mil millones de seres humanos, y las Autoridades Máximas de casi doscientos Estados, cómo ponemos a todos en un acuerdo o en paz o en tolerancia para que podamos vivir en paz entre nosotros, formando un Estado o un Estado Federal Mundial, o una Autoridad Política Mundial o la forma que algún genio/a se le ocurra que nos permita vivir en paz, y erradicar el peligro de guerra nuclear o biológica, que podría estallar detrás de la esquina de al lado…
Parece que hay dos caminos, siempre en paz y en tolerancia y en el respeto de los Derechos Humanos de 1948, y en democracia: uno, que la ONU, cada vez tenga más autoridad sobre todo el planeta. Dos, que los Estados-Naciones actuales, en paz y de mutuo acuerdo, unas y otras, se vayan formando y Federando y Confederando en Estados Continentales más extensos… De tal modo, que si ambos procesos se van realizando, podríamos llegar en unas décadas, a una situación de Paz Mundial o de Paz Perpetua kantiana. En la cual, el peligro de extinción debido a factores humanos hayan quedado minimizados ostensible y radicalmente…
Bueno, usted puede buscar otras soluciones. Aquí abajo puede redactarlas… Paz y paz y paz…
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