Cada vez somos más conscientes del poco bien que hace el azúcar a nuestra salud, pero esto también es aprovechado por las marcas de la industria alimentaria que cada vez se esfuerzan más en tratar de enmascarar el exceso de azúcar que llevan sus productos. No hace falta más que darnos una vuelta por el supermercado que tengamos cerca de casa para ver que los alimentos “sin azúcar añadido” campan a sus anchas en las estanterías. Pero no te dejes engañar, la etiqueta sin azúcar añadido no quiere decir que estés delante de un alimento saludable, bajo en calorías y en azúcares.

Los niños españoles consumen al día más del doble de azúcares añadidos de los recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS): 55,7 gr/día, cuando el máximo debería ser de 25 gr/día.

Muchos alimentos incluyen azúcar a través de otros ingredientes que lo contienen y se utilizan para su elaboración,

La normativa permite a la industria hacer trucos para añadir azúcares sin tener que declararlos con la palabra “azúcar” en el listado de ingredientes”.

Lo que exige la legislación para hacer esa declaración nutricional de “sin azúcares añadidos” no coincide con lo que espera o entiende el consumidor.

Para que el consumidor pueda acceder a una información de calidad y para que sus derechos e intereses cuenten con un paraguas legal, se hace tan necesario e importante la elaboración de una legislación reguladora clara y exigente, de manera tal que el uso de este tipo de terminología en algunos alimentos no continúe siendo otra forma de engañar al consumidor.