La Plataforma Salvemos Santa Catalina de Zafra nació hace varios meses para concienciar, reivindicar y luchar por el patrimonio de nuestra ciudad, concretamente por conservar lo que aún queda en pie del monasterio de las dominicas de Santa Catalina de Siena. La plataforma se encuentra integrada en la Asociación de Amigos del Museo y del Patrimonio de Zafra. Andrés Malpica Otero y José Carlos Muñoz Barrero son los impulsores de esta plataforma que ya reúne a unas 1.100 personas de esta ciudad.

El estado del edificio es prácticamente ruinoso a excepción de la Iglesia, que aún sigue en pie y se desconoce el estado real de deterioro en el que se encuentra. Esta plataforma es consciente de que la situación es grave y por eso se han dirigido al Ayuntamiento de Zafra y a la Junta de Extremadura, para que se adopten las medidas pertinentes para recuperar este emblemático edificio situado en el centro de la ciudad.

La iglesia conventual posee un artesonado mudéjar del Siglo XVI único en la Comunidad Autónoma de Extremadura con un valor histórico y arquitectónico excepcional, aunque, dado el estado de deterioro de las cubiertas de la antigua iglesia conventual, se encuentra en un estado lamentable debido a las filtraciones de agua de lluvia. Un edificio que corre riesgo de hundirse en su totalidad al no haberse realizado un mínimo mantenimiento durante estos años y, además, se ha caído un nido de cigüeñas que se encontraba en la espadaña de la Iglesia arrastrando en su caída con algún elemento arquitectónico. En la actualidad y promovido por la plataforma, el convento se encuentra incluido en la lista roja del patrimonio que dirige Hispania Nostra.

La construcción del Convento de Santa Catalina de Siena, se produce durante el primer tercio del siglo XVI, y es un modelo de las edificaciones mudéjares de ese siglo que nos ha legado unas magníficas armaduras de madera, que aún cubren la iglesia a pesar del abandono de la comunidad monjil. Una huella que perduró en los modos de construir de alarifes y carpinteros de obra hasta bien entrada la centuria siguiente.

La fundación del convento tuvo lugar en torno a 1500 por Inés de Santa Paula, que era hija de don Juan de Figueroa. Manuel Vivas Tabero en su obra Glorias de Zafra o Recuerdos de mi patria, da noticias de que, en 1546 san Juan de Ávila, durante su estancia en Zafra, predicaba en la iglesia de este convento.

En la actualidad la superficie que ocupa el convento es de 3.610 m2 y el estado de abandono del edificio tras la marcha en 1999 de las cuatro religiosas dominicas que se encontraban muy ancianas y enfermas, el edificio es abandonado y más tarde vendido a una constructora almeriense.

Después de varias iniciativas para darle un nuevo uso el edificio, por una cuestión u otra, ninguna de ellas llegó a cuajar, por tanto, el abandono persiste y se aumenta la posibilidad de colapso de alguna de las estancias más importantes, corriendo aún a día de hoy una mayor degradación debido a un mínimo mantenimiento.

La iglesia conventual, dispone su cabecera hacia el oeste, su sencillez se advierte ya en su volumetría: un paralelepípedo cubierto a tres aguas, que deja el lado menor, el de la fachada, para ser coronado por una espadaña que, de tanto en tanto, llamaba a la oración. El resto de las dependencias conventuales, propiamente dichas, de menor altura se adosan a sus lados meridional y septentrional.
En el interior, la iglesia posee una cabecera cuadrada y una nave rectangular. Dos espacios tan solo diferenciados por las responsiones y el arco toral apuntado, de cantería y ladrillo, que los separan, y las techumbres que los cubren.

La Plataforma de Santa Catalina de Zafra está recibiendo el apoyo de los ciudadanos, empresarios y comerciantes en general poniendo en sus puertas el logotipo de apoyo para defender el patrimonio local.

En nuestras manos está que Santa Catalina se preserve en el tiempo, o solo en nuestra memoria.

Para ampliar la información contactar mediante correo electrónico ampzafra@gmail.com, o con los impulsores de esta plataforma José Carlos Muñoz Barrero y Andrés Malpica Otero.