A Daniel Navarro Cruz ‘Niño de Pura’ (Sevilla, 1966) no duda cuando habla de su guitarra, de sus ambiciones y de sus ganas de seguir avanzando. Aunque el párkinson le ha puesto la cejilla a una de las mejores guitarras del mundo, ‘Niño de Pura’ sigue aferrado a las primas y bordones con las que ha acompañado y protagonizado la historia del flamenco. El que fuera Giraldillo del Toque de la Bienal de Arte Flamenco de Sevilla (1990), guitarrista oficial del maestro Juan Valderrama o autor y productor del inolvidable trabajo de Aurora Vargas, ‘Acero Frío’, continúa teniendo muy claras, esas reglas no escritas, que cualquier artista con mayúsculas debe cumplir. Al ‘Niño de Pura’ se le agolpan las palabras de puras ganas de compartirlas, pero la elegancia que destila al conversar y transmitir, a una le pone la piel de gallina. Cualquier aficionado que se jacte de serlo de verdad entenderá que, ponerse frente a este maestro, provoca la genuflexión ante un guitarrista que, a pesar de las limitaciones actuales, no tiene la más mínima intención de autoimponérselas, ni a él, ni a su guitarra. Como siempre ha hecho. A esta clase de personas, solo las puede parir el flamenco. Pasen y lean.

Y a usted, ¿qué le queda por hacer?

Me quedan por hacer muchas cosas; algunas que hubiera querido hacer y otras que sí voy a seguir haciendo, como componer. Siempre he intentado, porque así es mí forma de ser, el buscar y avanzar. Estoy convencido de que me queda mucho por hacer, pero se me ha cruzado la enfermedad del párkinson, y eso ha hecho que tenga menos ambiciones. Pero lo que desde luego tengo claro es que siempre seguiré con mi guitarra.

En 1990 se alzó con el Giraldillo del Toque de la Bienal de Arte Flamenco de Sevilla y en ese momento decidió dejar los concursos…

Si, con ese concurso se consagraba uno del todo. Al Giraldillo se ha presentado Chocolate, Camarón… era el concurso de los profesionales. Los otros también son importantes: Sevilla, Córdoba, Jerez…, tienen mucha importancia y no seré yo quien se la quite, pero, cuando ganas ese premio, el Giraldillo, que es el galardón más grande, no tiene mucho sentido que ya vayas a otros certámenes… El Giraldillo te enmarcaba y te consagraba como artista.

¿Y cuándo se sabe que uno llega a su último concurso, que ya no más?

Cada uno piensa y lo cree de una manera…, si has ganado en Badajoz (‘Niño de Pura’ consiguió el Primer Premio Internacional de Badajoz organizado por la Federación de Entidades Extremeñas en 1987); has ganado en Jerez (en diciembre de 1984 consigue el primer Premio Nacional concedido por la Cátedra de Flamencología de Jerez de la Frontera), Murcia (el mismo año de Jerez consiguió el Festival Nacional del Cante de las Minas de La Unión, Murcia) y luego ganas el galardón más grande, no le encuentro sentido a seguir presentándose a más concursos. Luego, en esos mismos concursos, he estado de jurado y esa transición la veo más lógica. Me han llegado ofertas para concursar, pero ahora mismo…,

¿Y cómo los vive como jurado?

Se pasan muchos nervios. Recuerdo, yo como concursante, ver a Manolo Sanlúcar como jurado y yo pensaba: ellos, los maestros, no se pondrán nerviosos…, ¡porque yo desde luego lo estaba! ¡Pobre de mí! Es justo, al contrario. Yo no tenía que ponerme nervioso sino ellos. Se pasan más nervios cuando tienes tu nombre y eres mayor porque el público espera de ti lo que ya has dado.

¿Y cómo se combate la desilusión de no ganar un concurso?

Uno no tiene porqué desilusionarse, ¡hay que mantenerse al pie del cañón! Al concursar, en realidad, no te juegas nada. Mire, a mi me pasó. En 1980 me presenté a mi primer concurso y obtuve el segundo premio en Jerez. La gente que se desilusiona quizás, lo que le falte, es espíritu para hacer las cosas porque eso lo tienen que tener: ganas de hacerlo y no desilusionarse por no quedar primero. Cuando quedé segundo, hasta que no gané el primer puesto, no me quedé tranquilo. Hay que tirar para adelante y no hay que venirse abajo sino venirse arriba para seguir al año siguiente.

Entre otras muchas vivencias, ha sido el guitarrista oficial de Juan Valderrama, ¿qué aprendió usted de él?

Mucho, aprendí mucho de él porque era un hombre que lo decía todo, no se guardaba nada. Era una persona muy agradable, cariñoso, buena gente y un tío que había que quererlo. Era un libro abierto. Yo tenía quince o dieciséis años y me tiré casi 8 con él y la verdad es que me lo pasaba muy bien; me enseñó mucho de lo que es este mundo, ¡tenía dos cojones, era un fenómeno!

¿Cuál ha sido el mejor consejo que le dio?

Me daba muchos porque no se callaba nada, pero recordando…, creo que el que le daba a todo el mundo que es que, cuando se suba al escenario, uno se tiene que partir en dos; y cuanta más gente, más público: más ahínco. Me decía, cuando no me sentía con ganas: “Dani, cuando uno está sin ganas es cuando uno se tiene que venir arriba y tener muchas ganas”

¿Cree que la historia le ha dado el lugar que debería ocupar?

No se le ha dado para nada. Valderrama podía haber enseñado mucho a los aficionados al flamenco y no le han dejado. Él hizo una propuesta a la Junta de Andalucía justo unos 3 o 4 años para realizar unas conferencias didácticas. Pidió un dinero, que no era mucho, y no se lo aprobaron. ¡Fíjese lo que hubiera enseñado! podría haber sido una maravilla…

Palop Flamenco