Hoy, nos vamos de viaje por Extremadura en autocaravana. Desde que comenzamos la publicación de Consumidorex hace ya más de 23 años, hemos glosado en numerosas ocasiones las bondades de nuestra tierra como destino turístico, así que no las vamos a repetir ahora. Pero sí que hemos buscado información sobre cuántas áreas de autocaravanas (descartando, por tanto, los campings) hay en la región y dónde se sitúan. Y aquí nos hemos encontrado con el primer escollo. Extremadura es un paraíso para el autocaravaning y tiene un gran potencial de crecimiento, por lo que creemos conveniente que, en la web de turismo oficial de la región, se publique una guía con rutas que contenga las áreas específicas para autocaravanas.

Si obviamos, por tanto, la información oficial, nos quedan infinidad de páginas más o menos completas que nos ofrecen, desde mapas de las áreas hasta rutas con lo más destacado de cada pueblo o comarca. Con estos datos nos disponemos a rutear por Extremadura, recordando que en nuestro país está prohibida la acampada libre. Esto quiere decir que, por mucho que la autocaravana nos dé mucha libertad, está prohibido pernoctar en áreas de servicio de autopistas, autovías y en aparcamientos públicos. Además, no es muy recomendable, ya que estos lugares son inseguros para este tipo de vehículos porque están expuestos a robos.

Descartado, por tanto, “dormir en la calle”, buscamos áreas de autocaravanas y nos encontramos con un primer dato muy llamativo. Tradicionalmente, la provincia de Cáceres se ha considerado más turística para los amantes de la naturaleza, sobre todo por la exuberancia de la que presumen en los valles del norte, la riqueza geológica de las Villuercas y la gran joya de la corona extremeña, Monfragüe. Por eso, nos llama la atención que el número de áreas de autocaravanas, tan ligadas a ese contacto con la naturaleza, sea prácticamente el mismo en ambas provincias. Eso sí, insistimos, con todas las cautelas que supone el tener que recurrir a guías no oficiales.

Así, casi 50 áreas de autocaravanas se reparten de forma singularmente regular por toda la región, incluso en poblaciones muy pequeñas. Como regla general, y muy a grandes rasgos, podemos encontrar dos tipos de áreas, las de pago y las gratuitas. Más allá del coste que puedan tener, es importante tener en cuenta que, en la gran mayoría de las gratuitas no podremos “acampar”, es decir, no podremos sacar mesas o sillas y nos limitaremos a usar el espacio interior de nuestro vehículo. Además, no pagar por usar el espacio tiene otras desventajas. Así, la gran mayoría de los gratuitos no disponen de tomas de corriente o vigilancia, dos aspectos que, creemos, deben ser tenidos en cuenta.

Por el contrario, aquellos en los que debemos pagar una tarifa suelen ser bastante económicos (no pasan de 13 euros la noche) y permiten acampar, ofrecen conexión eléctrica y, en muchos casos, aseos y otros servicios básicos.

Una diferencia fundamental entre uno y otro modelo es que, mientras las gratuitas limitan el tiempo máximo de estancia (otra cosa es como se pueda controlar) a entre 48 y 96 horas, en las de pago, como no podía ser de otra forma, esos límites no existen.