La expectación era palpable entre el público que llenaba el graderío del Teatro Romano de Mérida, ansioso por presenciar el regreso de Víctor Manuel en un concierto sinfónico muy esperado. La cita marcó el inicio de la segunda parte del STONE&MUSIC Festival 2024, y no defraudó.

Los aplausos comenzaron tímidos mientras el Coro de Cámara se colocaba y la Orquesta de Extremadura, dirigida magistralmente por Joan Albert Amargós, afinaba sus instrumentos. Sin embargo, la ovación fue rotunda con la aparición de Víctor Manuel, quien, ataviado con un elegante traje oscuro, se adueñó del escenario desde el primer momento en lo que fue su tercer espectáculo en el monumento bimilerario emeritense, el primero en solitario.

El artista asturiano, conocido por su voz inconfundible y sus letras llenas de emoción, no decepcionó a su fiel público. Desde el primer tema, con la mítica “Asturias”, considerada por muchos un himno oficioso de la comunidad autónoma, ya demostró su potencia vocal, seguida de canciones que rezuman esencia de su tierra con referencias a pastores, guajes, carbón o la Santina. Desde el inicio fue intercalando temas populares asturianos con temas de su propio repertorio, con interpretaciones que mostraban su maestría para conectar con el público.

La iluminación jugó un papel crucial, resaltando la belleza del Teatro Romano en esta última noche de agosto. Las luces proyectadas sobre las antiguas piedras del monumento dejaron como siempre una estampa impresionante, subrayando la majestuosidad del escenario y haciendo de la noche una experiencia visual y sonora inolvidable.

El concierto continuó con un bloque campestre, en el que Víctor Manuel interpretó canciones como “Eran dos niños” y “Pastor que tas en el monte”. Este segmento dio paso a piezas más personales y profundas, como la desgarradora “La madre” y la muy esperada “El abuelo Vítor”, que provocaron una rendición total del público. A estas alturas, la conexión entre el artista y los asistentes era inquebrantable, llevándolos de la mano hasta el ecuador del concierto, marcado por la animada “Danza de San Juan”.

En la segunda parte llegaron algunos de los temas más esperados por el público, especialmente, y ya en la recta final, ‘Solo pienso en ti’, en el que la emoción se hizo patente en la grada del teatro, y ‘Soy un corazón tendido al sol’.

La noche fue, sin duda, un testimonio del poder de la música para unir generaciones y recordar que, aunque el tiempo pase, algunas voces permanecen tan fuertes y resonantes como siempre. Víctor Manuel, con su innegable carisma y su capacidad para emocionar, demostró que sigue siendo un referente en la música española y que su retorno a Mérida era, sin duda, uno de los momentos más esperados del festival.