Ocurre que el mismo plato esencial con algunas variantes y distintos nombres, se va extendiendo por la Península Ibérica.
El zorongollo extremeño en una de sus variedades formado y conformado y esencializado y adornado de Pimientos rojos y carnoso, cebolleta, tomate tipo rama, huevo, diente de ajo, aceite de oliva, sal, vinagre, perejil y aire y fuego y agua…
En estas décadas, que podríamos expresar como las de la interrelación, creamos puentes entre conceptos, entre conjuntos de conceptos, entre áreas y saberes, y, así, podemos encontrarnos escritos sobre gastronomía y filosofía, gastronomía y arquitectura, gastronomía y urbanismo y, todas las islas del saber y, se crean acueductos y vías y caminos entre saberes…
Me gusta comentar platos de la comida típica de estos terruños que nos han hecho y nos hemos hecho. Aquí en este caso, el misterio del pimiento y del huevo cocido que al final lo adorna. Todas las variedades de los alimentos esenciales, el pimiento y el huevo. Con ambos, según la preparación y según el embellecimiento se crean, esencialmente, un enjambre de platos. Después, se les ponen nombres diversos. Es la constante evolución del gusto y del bolsillo. De lo que se siente bueno al paladar y a los ojos, y, lo que las monedas del momento permiten, en ese hogar o conjunto de personas bajo un mismo techo…
La vida es una paradoja, en un extremo los grandes paladares de grandes bolsillos, y, en el otro, paladares que solo desean encontrar algo para ese día, y, así les permita llegar al día siguiente. La gastronomía popular, son esos platos que están en medio. La que ha intentado refinar durante generaciones o siglos, lo que se tiene en la geografía –geogastronomía- y paisaje –gastropaisaje- del lugar, lo que es económico, para poder permitir sobrevivir, pero al mismo tiempo ofrecer, que sea y esté bueno a los ojos y al paladar y al estómago y permita vivir y sobrevivir otro día.
Al final, todas las revoluciones se hacen porque las calderas del estómago no tienen suficientes ingredientes para seguir al alba siguiente, porque las madres-padres perciben que no pueden alimentar a sus hijos o nietos, o porque pueden caer en indignidades. Siempre hasta ahora, así es y ha sido, este es el fuego esencial de las revoluciones. El color y el nombre que tengan, las ideas, depende del momento, pueden ser políticas o económicas o sociales o culturales o religiosas. Pero eso son las banderas que se enarbolan para llevar una cantidad de energía alimentaria al estómago. No nos engañemos, las revoluciones las crean el hambre…
De ahí, si alguna vez, un pueblo o sociedad o cultura es capaz de crear comidas alimentarias y nutritivas muy económicas. Que sean posibles alimentar y alimentarse toda la población. En ese momento las revoluciones se reducirán, se paralizarán, se detendrán, al menos durante varias décadas. Mientras tanto, esos alimentos básicos, se irán que ir preparando de formas diversas y diferentes, para degustar casi lo mismo, pero presentarlo de mil modos y mil maneras…
Esta comida o plato o fogón de los pimientos rojos y adornados de huevo cocido. Imaginen todas las posibilidades de combinar huevos y pimientos. De mil modos y de mil maneras. Y, ponerles distintos nombres. Y, darles distintas preparaciones en los platos, distintos diseños, distintas formas y distintas estéticas…
En algunas variedades de zorongollo al finalizar los presentan con trozos de huevo cocido y con sardinas o sardinillas al aceite.
El milagro de las comidas típicas y populares, es que se pueden ir dando variedades, dependiendo de las existencias del momento y del lugar y del tiempo y de la estación y de la cartera de la familia.
Intentar que las comidas típicas y populares, de generaciones o siglos, sean grandes manjares, que lo son. Sino que sean percibidos y pensados como grandes manjares de la alta cocina. Es, diríamos, uno de los fines de estos modestos artículos de ochocientas palabras. Es convencer y vencer la resistencia interior de la poca autoestima hacia lo popular que arrastramos siglos. De ser conscientes, que lo pequeño puede ser grande, lo tradicional que ha venido rodando durante generaciones puede ser grande, es de alguna manera, ir quitando el complejo de inferioridad de personas, grupos, colectivos, comarcas que viven y existen en una vida sencilla, con alimentos sencillos y con comidas sencillas…
La comida como una de sus finalidades es proporcionar paz y esperanza y una sonrisa, cosas que tanto necesitamos. Paz y esperanza y una sonrisa del estómago y del corazón. Y, esta comida típica, el zorongollo, -que bien nos podrían indicar de dónde viene dicho nombre-, nos lo puede proporcionar…
JMM Caminero
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