Miguel Marín (Córdoba, 1967) tiene una visión elegante del flamenco, entiendo que, porque él lo es y constato que, además, por esa larga trayectoria en las artes escénicas que además de hacerle disfrutar, le ha ‘educado el ojo’. Va a cumplir, con esta nueva edición del Flamenco Festival Nueva York, veintitrés ediciones en la Gran Manzana con un cartel de 130 artistas hasta el 17 de marzo. A pesar del vértigo de las cifras (24 actuaciones que se completarán con otras 20 en ciudades como Miami, Boston, Los Ángeles, Chicago y Washington DC; en trece espacios escénicos con un valor y prestigio incuestionables, como el New York City Center, Town Hall, The Public Theatre, Jazz at Lincoln Center, Kauffman Music Center/Merkin Concert Hall o Berklee Theatre, entre otros) a Manuel Marín no le tiembla la voz. Habla de forma pausada, saboreando cada palabra, cada detalle…, y a una le entran más ganas si cabe de coger un avión, y volar hacia ese flamenco que es tan cuidado y admirado al otro lado del océano (envidia sana) porque, no es solo lo que se hace, sino cómo se hace y cómo se cuenta. De esto último, espero darles debida cuenta. Pasen y lean.
En esta edición se conmemora el cuarto centenario de la muerte del músico, poeta y escritor malagueño Vicente Espinel, personalidad clave para la historia musical española; y, el décimo aniversario del fallecimiento de Paco de Lucía…
Si, así es. Queremos hacer una programación con la guitarra como elemento principal, no solo en los conciertos, sino también en los propios espectáculos de danza como el de “La Leona” de Olga Pericet que está dedicado a Antonio de Torres, el lutier considerado “el padre de la guitarra”. Queremos tener el instrumento más universal que existe que es la guitarra, y recordar que los antecedentes están aquí en Andalucía, en Ronda, Málaga en Vicente espinel, y como Paco de Lucía lo llevo a las cotas más altas de prestigio y reconocimiento a nivel mundial.
Después de veintitrés ediciones, ¿qué le queda por hacer en Nueva York?
Mientas que haya artistas creando y aportando una visión del flamenco que nos emocione, que nos transporte, y que nos lleve a un entendimiento distinto de la música, sí habrá que hacer algo en Nueva York. Creo que la esencia y la clave está en la riqueza de creación que hay en el flamenco en este momento. Si todo fuera un déjá vu, si no hubiera creación no habría nada nuevo que hacer. Nueva York es una ciudad que tiene una vida y una dinámica que la mantiene en ebullición. Siempre hay algo nuevo que puedes hacer. Por ejemplo, este año estamos muy contentos con la colaboración con la Hispanic Society of Americaenmarcado en el Centenario Sorolla el que participarán Rafael Riqueni y el Ballet Nacional de España con una performance. Nueva York siempre tiene sorpresas y algo que descubrir.
¿Y qué le ha descubierto a usted Nueva York?
Nueva York me ha demostrado que todo es posible. Que los límites están en nuestra mente y que si miras al cielo verás las estrellas. Es una ciudad que es la representación de esto. Mi instrumento principal, el que me ha llevado a conseguir lo que he conseguido ha sido mi ilusión, mi entusiasmo en todas las cosas. En Nueva York, si tienes ganas de trabajar, todas las puertas se te abren. Seguramente, en la misma situación en la que llegué yo a Nueva York, sin pertenecer a una familia de artistas, sin recomendaciones…, en otra ciudad cualquiera, no lo hubiera conseguido. Recuerdo que llegué con 25 años con un dossier de Carmen Linares y sin ninguna experiencia en las artes escénicas y fui al Lincoln Center para que la programaran. Creo que vieron ese entusiasmo y fue uno de los primeros espectáculos que pude poner en marcha así que, yo a Nueva York, se lo debo todo.
Usted es crítico con el apoyo al flamenco por parte de las Administraciones…, parece que es una constante en directores y programadores, ¿qué les pasa a las Instituciones?
No sé qué le pasa a las Instituciones con el flamenco…, o no sé si hay, ¿hay realmente una política cultural? Porque yo entiendo que los políticos lo que hacen son políticas culturales que los lleva a promover y dar estabilidad a este Festival, por ejemplo, que tanto ha hecho por el flamenco y permite que, de forma estable, esté en los teatros más importantes del mundo; pero igualmente el apoyo al tejido empresarial del flamenco. No sé si es que no acabamos de creer en el flamenco como creador de un elemento diferenciador de nuestra cultura a nivel mundial. No se le ve el valor al flamenco, como no se le ve, no hay visión del potencial que tiene en el mundo. Nos encontramos con situaciones muy paradójicas donde se dice una cosa, pero se hace otra.
¿Qué le diría al ministro de Cultura si tuviera ahora mismo la oportunidad?
Primero, que venga a Nueva York a ver un espectáculo de flamenco…, o a Londres, o a Japón… a cualquier ciudad del extranjero de un teatro importante, y esa percepción creo que sería la mejor para captar el poder del flamenco para comunicar a nivel internacional. Ahí una imagen vale más que mil palabras: te sientas en el patio de butacas, miras alrededor, ves que está al lado de un público muy conocedor de las artes escénicas que va a ver todo tipo de espectáculos, y al final de la obra te paseas por el lobby y escuchas los comentarios. Creo que ese es un ejercicio fundamental. A cualquier persona que tome decisiones no le hace falta mucho más.
¿Sabe que pienso que ocurre?, que, el artista, el aficionado al flamenco solo se centra en este arte…, y no se preocupa, en su mayoría, en cultivarse en otras también necesarias para enriquecerse como espectador….
…, Y sigue habiendo un prejuicio, tras muchos años de asociar la palabra flamenco con un sector de población minoritario, como expresión cultural de un pueblo que hoy, no es la clave del flamenco. Hoy la clave del flamenco es que Rocío Molina recibe el Premio “León de Plata” de la Bienal de Danza de Venezia, o que Jesús Carmona recibe la consideración de ser el mejor bailarín del mundo, o que Sara Baras recibe el Premio Olivier de Danza, el más importante de las artes escénicas en el Reino Unido compitiendo con todos los espectáculos que pasaron por Londres y que el mejor fue el de ella; por lo tanto, esta es la clave. Esto es lo que no se tiene en cuenta. El flamenco trasciende el nivel local; y esto no te digo que no se sepa, porque lo leen, lo ven, porque usted lo escribe en su artículo, pero siguen creyendo que es algo que defiende alguien que pertenece a un sector minoritario y no que es una realidad que trasciende a todo esto. Un público que no conoce tú cultura, que no conoce tú idioma y que acaba en pie, aplaudiendo a un artista flamenco. Lo que me da mucha pena es que cada año perdemos oportunidades para que el flamenco, los artistas tengan trabajo y puedan desarrollar para tener una compañía estable. Y eso es lo que no pensamos. Me da la sensación de que las Instituciones no piensan en dar estabilidad a los eventos, a las compañías…etc porque la estabilidad da la serenidad para avanzar, crear… y pienso que están más enfocados en fuegos artificiales que en todo esto.
¿Cuál es la receta para que un artista que quiera llegar a Nueva York pueda hacerlo de la mano de este Festival?, ¿Qué debe tener un artista? (este año el cuarenta por ciento de las compañías es la primera vez que presentan sus trabajos en Nueva York)
No hay esa receta, no existen las claves…, para mí es fundamental la autenticidad de la propuesta. Autenticidad con que esa propuesta sea honesta respecto a lo que ese artista quiere transmitir y contar. No está tan relacionado con que, si corresponde el espectáculo con la idea preconcebida, con lo que debería ser. No es más auténtico el espectáculo si el vestido tiene lunares. El público siente si hay honestidad en la propuesta. Eso es algo que impregna el espectáculo y es lo que hace que el artista conecte con el público. Lo que diferencia al flamenco de otras disciplinas artísticas es la verdad. El flamenco no es para mí un arte de entretenimiento, sino un arte de conexión espiritual; de emocionar de una forma profunda.
Palop Flamenco
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