La súplica formaba parte de los rituales religiosos griegos y seguía un procedimiento conocido por todos. Cualquier persona podía dirigirse en actitud suplicante hacia quien consideraba con mayor poder, solicitando su protección.
Por su condición de suplicante, esa persona contaba con el favor de Zeus, que castigaba severamente a quienes mostraban indiferencia ante el dolor y la indefensión ajena. Para subrayar la naturaleza sagrada de la súplica, ésta se formulaba junto a un altar. Los suplicantes acudían a él llevando en la mano unos ramos de olivo o laurel atados con hilos de lana. Constituían estos ramos un símbolo sagrado de inviolabilidad y permanecían sobre el altar hasta que la petición se satisfacía.
Con esta premisa se presenta en la 67 edición del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida la obra Las suplicantes, de Silvia Zarco, versión libre de las obras homónimas de Eurípides y Esquilo, coproducida por el Festival y la productora extremeña Maribel Mesón. Las suplicantes, dirigida por Eva Romero, está protagonizada por Carolina Rocha, Cándido Gómez, David Gutiérrez, Eduardo Cervera, María Garralón, Valentín Paredes, Rubén Lanchazo y Javier Herrera y cerrará la programación del Teatro Romano de Mérida, del 18 al 22 de agosto.
La presentación de esta última propuesta escénica, de factura extremeña, ha tenido lugar esta mañana, con la asistencia del director del Festival, Jesús Cimarro; Miriam García Cabezas, secretaria general de Cultura y Carmen Yáñez, portavoz municipal.
Jesús Cimarro ha destacado el enorme trabajo de grupo que presenta Las suplicantes, que ha contado con la colaboración de 23 personas en los distintos coros que participan: el Coro Amadeus-IN de Puebla de la Calzada, la Escuela Municipal de teatro de Guareña y la Asociación Cultural Párodos de Talarrubias. “Las compañías extremeñas nos han demostrado que realizan trabajos excelentes de una gran calidad y generando un movimiento social muy reseñable. Poner en escena a tantos actores no es una empresa fácil, pero el resultado siempre es fastuoso, como seguro que lo será en Las suplicantes”.
Miriam García Cabezas, por su parte, ha hecho hincapié en el “orgullo de sello extremeño” que pone el broche final al Festival, y ha relacionado el “clamor y la reivindicación en busca de la igualdad de hace 25 siglos con el grito de las mujeres afganas, que no quieren perder los derechos de que han disfrutado durante 20 años”.
La portavoz municipal Carmen Yáñez ha aprovechado esta última presentación de espectáculos de esta edición del Festival de Mérida para valorar como “magnífica” tanto la programación como la proyección que ha hecho de la ciudad y ha agradecido al público su asistencia masiva porque sin él “ni la cultura ni el Festival serían posibles”.
Eva Romero, directora del montaje, ha comentado por su parte que llevar a escena esta versión de dos textos de Eurípides y Esquilo es “un sueño y una responsabilidad” y ha destacado también la “absoluta vigencia” del espectáculo.
Maribel Mesón, coproductora de Las Suplicantes junto con el Festival de Mérida, ha destacado que se trata de un proyecto creado por mujeres, con 29 actores, 1 figurante, una cantaora flamenca y un coro que en total pone en escena a 53 personas.
Por su parte, Silvia Zarco, autora del texto, ha comentado que se siente plenamente agradecida por haber podido salir del aula y llevar esta historia a la arena del Teatro Romano y ha añadido: “Es tiempo de llorar por la madre tierra y de reencontrarse con los clásicos”.
También han intervenido en la presentación algunos de los actores del elenco, como María Garralón (Corifeo de las madres) ha asegurado que todo el equipo está decidido “a darlo todo sobre el escenario en esta superproducción”. Y Valentín Paredes (Teseo, rey de Atenas), ha reconocido que siempre se ha sentido “orgulloso” de ser extremeño, pero que ahora “me siento más orgulloso” por participar en este proyecto y con esta compañía “extraordinaria”. La cantaora Celia Romero, que interpretará dos temas como la Diosa Ceres para dar voz al dolor de las madres, ha compartido su emoción por formar parte del proyecto en el que espera “estar a la altura”, ha dicho.
Sinopsis
Arenas del Nilo. Las Danaides, once hermanas jóvenes, son obligadas a casarse con sus primos, los hijos del rey Egipto. El día de la ceremonia, guiadas por su padre Dánao, consiguen escapar de tan macabro destino y, atravesando el mar, llegan como suplicantes de asilo a la costa europea de Argos. Allí conocerán y serán parte de otra lucha colectiva: ayudarán a siete ancianas madres a reclamar los cuerpos de sus hijos muertos en la guerra de Argos contra Tebas. Juntas, Danaides y madres marcharán en busca de unos cadáveres que el vencedor tebano se niega a devolver.
‘Las suplicantes’ de Silvia Zarco y Eva Romero
En estos tiempos pandémicos, nos propusimos bucear entre los clásicos griegos en busca de historias de cuidados, de responsabilidad colectiva, de derechos humanos, de despedidas dignas. Y encontramos dos tragedias del siglo V a.c.: Las suplicantes de Eurípides y Las suplicantes de Esquilo. Compartían un mismo título y manaba de ellas una misma fuerza. Hablaban de abuelas, madres e hijas mimando juntas la vida, reclamando derechos que debieron ser justicia innata y no adquirida. Sus protagonistas eran dos grupos de mujeres que, en situaciones de angustia, resolvían conflictos tan humanos como el derecho al propio cuerpo, el derecho de asilo y el derecho a dar digna despedida a los muertos. Con ellas había hombres enamorados de causas justas, hombres de labios libres y mirada pura. No había duda. Ambas tragedias eran la meta de nuestra búsqueda. Permítanme que les cuente su esencia de forma breve.
Las suplicantes de Esquilo muestra a mujeres jóvenes de Egipto que, guiadas por su padre, escapan de una boda forzada con sus primos, se lanzan al mar y alcanzan las costas de Grecia suplicando libertad y asilo. Las suplicantes de Eurípides pone en escena a madres ancianas de Grecia que, bajo el ritual de la súplica, reclaman los cuerpos de sus hijos muertos en la guerra y a las que Teseo, rey de Atenas, ayuda en su búsqueda.
La ciudad griega a la que llegan huyendo las Danaides de Esquilo es Argos, la misma tierra en que viven las madres suplicantes de Eurípides. Teníamos un punto de encuentro geográfico. Entonces pensamos ¿Sería una locura unir a estos dos grupos de mujeres y tejer entre ambas tragedias un único texto? ¿Por qué no bordar un lienzo que refleje la lucha histórica e intergeneracional de las mujeres y de los hombres que la defienden? En su Ifigenia entre los Tauros, decía el trágico de Salamina: “Los valientes afrontan el esfuerzo, en cambio los cobardes no son nada en ninguna parte”. Y así, sin miedo, nacieron nuestras suplicantes.
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