El estado de la cohesión regional de Extremadura y el debate sobre los supuestos desequilibrios territoriales entre las dos provincias extremeñas son los principales contenidos de un libro editado por el Club Sénior con el título “Extremadura: Identidad/Cohesión/Desarrollo”. El volumen recoge los contenidos de la Jornada celebrada en Guadalupe en el pasado mes de junio bajo el enunciado “La cohesión regional de Extremadura como motor de desarrollo”, en la que participaron expertos de la Universidad, empresarios, representantes de los Colegios Profesionales, de los Medios de Comunicación y del profesorado. El libro fue presentado esta mañana en Badajoz con la intervención del catedrático de la UEX, Juan García Perez, del presidente del Club Sénior, Cecilio J. Venegas Fito, y del coordinador de la edición, José Julián Barriga Bravo.

Uno de los aspectos más interesantes del libro y de los debates registrados en Guadalupe es el análisis en profundidad de las razones por las que en determinados sectores sociales extremeños se estima que existen desigualdades y desequilibrios entre las provinciales de Cáceres y Badajoz. En uno de los capítulos del volumen se analiza el conjunto de indicadores socioeconómicos de ambas provincias (PIB, renta per cápita, infraestructuras, inversiones públicas, dotaciones sanitarias, etc.) con el fin de determinar las supuestas desigualdades provinciales.

Los datos del Atlas socioeconómico de Extremadura -se señala en uno de los estudios- permiten observar cómo internamente la región presenta diferencias constatadas en las estadísticas oficiales. En ellas Cáceres, tanto en PIB como en renta familiar disponible, tiene niveles superiores. Igualmente la provincia de Cáceres, respecto del índice de productividad, supera a Badajoz y a la media de la región. Sin embargo, el índice de bienestar social de los municipios de Badajoz es superior a los de Cáceres. No es una gran diferencia, pero parece que, tomando este indicador, se produce un efecto de amortiguación de las diferencias que hay entre las provincias de Badajoz y Cáceres en cuanto a la renta, que es compensada por un mayor índice de bienestar de la provincia de Badajoz. Una hipótesis posible que explique esta situación es que las políticas públicas compensatorias ejercen un efecto de amortiguación de las diferencias provinciales, y por tanto contribuyen eficazmente a la cohesión territorial. El libro incluye más de una veintena de cuadros y tablas estadísticas en las que se analizan los diferentes parámetros interprovinciales.

En cuanto a inversiones en infraestructura entre provincias, no son destacables, al menos en los indicadores que se han analizado (inversiones en red de carretera y licitaciones de obras oficiales) y tomando en consideración series históricas amplias, desde 2000 a 2020, existiendo, de base, un equilibro entre ambos territorios.

Otro de los asuntos de mayor interés abordados tanto en el libro como en los debates de la Jornada de Guadalupe se refiere a la fortaleza o debilidad de la identidad de Extremadura y su singularidad territorial a lo largo de la historia. A juicio del profesor Juan Garcia Pérez, hasta mediados de los años setenta del pasado siglo, el regionalismo extremeño nunca logró sobrepasar los límites de un movimiento cultural o, a lo sumo, reivindicador de las peculiaridades socioeconómicas del territorio. A lo largo de la historia es muy escasa la nómina de personas relevantes (juristas, políticos, religiosos, educadores, intelectuales…) que se hayan preocupado por la construcción de una teoría bien elaborada sobre el extremeñismo histórico, es decir, de un planteamiento integrador de todos los posibles elementos configuradores de la identidad regional. Con frecuencia las relaciones institucionales aparecieron marcadas por una pugna recia, dura, entre los responsables políticos de ambas provincias, hasta el punto de que bien pueden juzgarse una constante más de la historia contemporánea extremeña.

Por su parte, el también profesor de la UEX, Marcelo Sánchez-Oro opina que el fenómeno del regionalismo se caracterizó siempre en Extremadura por una extraordinaria debilidad y que la falta de continuidad se debe más a un puro mimetismo respecto a los movimientos surgidos en las llamadas nacionalidades históricas que a los apoyos ofrecidos al mismo por amplios sectores de la población extremeña. A su juicio, no resulta exagerado afirmar que en Extremadura la escasez y la fragilidad de las manifestaciones regionalistas han sido una constante histórica. A la hora de explicar sus causas aparece como razón el supuesto carácter escéptico de los extremeños o las políticas centralistas aplicadas por el gobierno de Madrid. En su opinión, el problema identitario no es algo que preocupe a los extremeños ni a sus élites en estos momentos. Por otra parte han decaído los esfuerzos institucionales por reforzar nuestras “señas de identidad”. En relación por último a la existencia de un supuesto conflicto territorial en torno a la identidad, la respuesta está en que las élites regionales, en función de las diversas coyunturas, activan o desactivan a conveniencia el tema identitario

El volumen editado por el Club Sénior recoge igualmente las cuatro mesas redondas celebradas y orientadas a promover una mayor cohesión regional por parte de aquellos sectores de la sociedad civil extremeña que más responsabilidad tienen en la promoción de la solidaridad entre los extremeños como factor de desarrollo económico y social. En cada una de las Mesas (empresarios, Colegios Profesionales, educadores y medios de comunicación) participaron representantes destacados de cada uno de estos colectivos. El libro se completa con sendas introducciones elaboradas por el presidente del Club Sénior de Extremadura, Cecilio J. Venegas Fito y por el Coordinador de la Jornada, José Julián Barriga Bravo.

Al finalizar las reuniones de Guadalupe, los asistentes aprobaron el “Manifiesto de Guadalupe”, un texto en el que se reclama a los distintos agentes de la sociedad extremeña, tanto públicos como privados, una mayor implicación y responsabilización en las tareas de solidaridad y cohesión, imprescindibles para conseguir mayores cotas de desarrollo económico y social. En este sentido se reclama a los agentes sociales y políticos, a la Universidad, a los Colegios Profesionales, al movimiento asociativo, a la sociedad extremeña en general, incluso a los extremeños residentes en otras Comunidades Autónomas, que promuevan instrumentos de cohesión y exijan a los poderes públicos que los intereses generales de todos los extremeños prevalezcan sobre cualquier otro planteamiento que signifique diferenciación territorial, política o social.