Menina, soy una puta obra de Velázquez, coproducida por el Festival de Teatro Clásico de Cáceres y la extremeña Proyecto Cultura, ha sido nominada a tres Premios Max: Espectáculo Revelación, Mejor Actriz para Nuqui Fernández y Mejor Iluminación para Pedro Luis López Bellot y Jorge Rubio. La obra, que se estrenó en la pasada edición del festival cacereño, es un alegato contra el acoso escolar y tiene comprometida una importante gira en Extremadura y el resto del país.

Menina, soy una puta obra de Velázquez ha sido seleccionada como candidata a estos premios. En los próximos meses se elegirán los finalistas definitivos que aspirarán a los premios que se entregarán el próximo 17 de abril en una ceremonia que tendrá lugar en el Gran Teatro Falla de Cádiz. “Esta preselección a los premios de teatro más importantes de España ya es un espaldarazo a la labor de coproducción teatral que viene realizando el Consorcio Gran Teatro y el Festival de Teatro Clásico de Cáceres desde hace dos años y también es una grata noticia para todo el teatro extremeño”, asegura la directora del Festival de Cáceres y del Consorcio, Silvia González Gordillo.

Realizada por la productora extremeña Proyecto Cultura, la obra es el monólogo de una joven, interpretada por Nuqui Fernández, que debido a su obesidad, sufre las burlas de los demás en una escuela de arte, donde le ponen el mote de “menina”, en alusión al cuadro Las meninas de Velázquez.

Escrito en clave de tragicomedia, la obra viaja desde el Siglo de Oro hasta el momento presente encarnada en el personaje femenino que pintó el artista sevillano y en el de quien sufre bullying. Este personaje se rebela y reivindica su propia identidad por encima de los cánones de belleza que establecen quienes atacan a los más débiles dentro de cualquier ámbito.

Menina, soy una puta obra de Velázquez es el segundo montaje de Proyecto Cultura, tras la exitosa Conquistadores, y que todavía está en gira. Con texto de J. P. Cañamero, Sergio Adillo y Pedro Luis Bellot, este último asume la dirección de la obra.

En escena, la protagonista recorre su biografía de niña de 6 años, cuando un compañero comenzó a llamarla gorda; recuerda su comunión, donde no pudo usar el vestido de su hermana; el instituto, donde adquirió nuevos superlativos y calificativos (ella se quedó con el que le pusieron en clase de Historia del Arte: “menina”) y la universidad, donde quedó como “la gorda del grupo”.