El plato, el fogón, el puchero es una realidad humana. Que como todo lo humano tiene múltiples interpretaciones y diversificaciones y funciones y finalidades y causas.

Existen especialistas y especialidades según el área o la temática de la realidad, y, por tanto, dentro del periodismo, y por supuesto, en el subgénero del articulismo y columnismo de opinión: Existe el articulismo político, el económico, el social, el deportivo, el cultural, el parlamentario, el de la familia, el religioso, el bélico, el de los viajes, y, también el gastronómico, etc. Es decir, de los fogones-pucheros-marmitas. Que aunque parezca paradójico, también se divide en subespecialidades, hay quién lo está en vinos, otros en paellas, aquellos en aceites, y, supongo que en las culturas orientales, en los sabores y degustaciones y platos orientales…

Quizás, escribes no solo para encontrar algo de la realidad y de la realidad-verdad y bondadosa y algo de belleza y racionalidad y prudencia; también escribes, o realizas otro arte, cada uno según sus gustos y circunstancias, para tener una pequeña hucha, como todo ser viviente, tiene que vivir y sobrevivir; quizás, como diría el maestro García Márquez, para que te quieran; quizás, quién sabe por mecanismos inconscientes que están insertados en las primeras etapas del existir, o de la infancia o de la adolescencia; quizás porque se te ha ocurrido una idea, y si la escribes, la olvidas y, piensas que pueda servir a otros, y, haya una posibilidad de que no se pierda; o, quizás, porque no entiendas casi nada del mundo, y, quizás, sea una manera de intentar entenderlo, y, así de algún modo, protestar con palabras, de forma pacífica, porque la realidad externa no encaja con la realidad interna, los grandes principios que aprehendes no armonizan con todo ese magma de mundo exterior e interior en el que nos movemos…

Cuando mi pluma redacta un artículo sobre gastronomía: uno, sé y usted debe saber, que no soy especialista en esta materia, aunque toda la existencia, he tenido que alimentarme, como usted. Segundo, que quiera o no continuamos la gran herencia de grandes plumíferos del periodismo y articulismo gastronómico en este terruño, entre otros: Cunqueiro, Plâ, Camba, Galdós, Montalbán, Luján Perucho, Pereda, Bazán, y, más antes en el tiempo, el Marqués Villena, Altimiras, Montiño y, otros, que siempre se olvidan o siempre se desconocen…

Tercero, que actualmente en el panal de Internet, cualquiera puede abrirlo y puede de un plato, encontrar, con imágenes en movimiento y explicaciones, mostrarle e indicarle, de un mismo plato, diez variedades y, estas en la misma región. Diríamos la clásica o tradicional, y todas las invenciones que se han ido produciendo, y, especialmente, en el siglo veinte y el que llevamos a la espalda de “nueva cocina”, “cocina de investigación”, “cocina de creación”, “cocina de autor/a”, “cocina sintética”, “cocina de fusión”…

Con lo cual es obvio y evidente, que ahora, cuándo un escritor literario o articulista de opinión literario, como el que usted tiene delante de sus ojos trata este tema, no va a narrar en una columna periodística como se hacen los huevos rotos o los duelos y quebrantos, tan cervantinos y tan enigmáticos, porque ya lo tiene usted, todas las variedades en la biblioteca Internet. Sino que tiene que mencionar, en un artículo de ochocientas palabras, solo sugerir, algún aspecto, que quizás, usted no se haya fijado lo suficiente.

La cocina en el siglo veinte ha hecho como el resto de las artes ha adoptado la vanguardia –reitero, como todas…-. Pienso que la gastronomía, es muchas cosas, pero también es un arte, una de las artes, podríamos denominarla el arte del sabor y del color, sabor es obvio, color por la forma de presentación de las formas y de los colores en el plato. Es una especie de combinación entre alimentos y energía, y los sabores que se mezclan como una ópera en el cerebro y lengua y papilas del sujeto que está realizando ese acto, más la forma de una escultura de alimentos que se van deshaciendo y destroncando y desestructurado mientras el sujeto humano va introduciendo cuchara o tenedor o cuchillo como labios que abren las zanjas de la playa de la esperanza…

Si un ser humano viviese en esta tierra cien años, y, cada día degustara un plato diferente, siempre le quedarían todavía miles, decenas de miles de comidas sin probar, variedades, variedades tradicionales y variedades de “autor”. La comida tradicional, es diríamos, la cocina de la realidad y de la necesidad y que se ha ido depurando durante siglos. Durante generaciones cada comarca proporcionaba una serie de alimentos básicos, y, sobre ellos, se basaba toda la realidad culinaria, alimentarse para vivir y sobrevivir, para estar y para ser…

Menciono una serie de platos y comidas, entre cientos que recorren esta Península Ibérica, que yo, a veces, denomino Piel de Toro, Celtibería, Hispania, España y Portugal, Tierra de Conejos, Ibería, etc.. como caso y ejemplo y entidad: Paella. Cocido madrileño. Fabada Asturiana. Huevos Fritos con jamón, pimiento… Jamón serrano. Gazpacho y salmorejo. Rabo de Toro. Merluza en salsa verde. Lechazo o Cordero asado. Gambas al ajillo. Calamares a la romana y pescaito/pescadito frito. Croquetas. Callos. Migas extremeñas. Bacalao al pil-pil. Churros con chocolate. Tarta de Santiago. Arroz con leche. Patatas bravas. Cochinillo. Huevos rotos. Patas revolcones(a)s. Pan. Torrijas. Rosquillas. Yema de Ávila. Roscón de Reyes. Café con leche.

Todo se tiene que terminar en esta tierra o casi todo, y este artículo también. Debo indicar que no soy un sibarita, ni un gurmet/gourmet, ni un hedonista o epicureísta de la comida. Pero si sé, que en tiempos, como todos, que son difíciles, con tiempos que las personas teniendo más cosas y servicios como jamás la humanidad ha tenido de media, en tiempos que existen muchas crisis interiores y externas, no más que en siglos anteriores, pero en estos tiempos.

Pienso que una razón de esperanza, es un plato degustado con sosiego y tranquilidad, una manera de tener una razón más de vivir. Gustar y apreciar y valorar la comida es necesario, siempre con el comedimiento racional. Valorar la humildad y modestia de un plato, valorar lo pequeño para vivir-existir con más sonrisas ante la climatología de cambios sociopolíticos y económicos y culturales y morales y religiosos y espirituales y…

No podemos de tirar/arrojar al mar la lanza, si vamos a la batalla. Y, la batalla de la vida, hay que pelearla, con racionalidad y prudencia y saber ortodoxo y moralidad correcta. Y, la comida, en ese sentido, es una razón más para la alegría y la paz y la esperanza… Paz y pan y bien…

JMM Caminero