La práctica diaria de una búsqueda interior de independencia con respecto a relaciones, hábitos, costumbres, manías, aparatos, cacharros así como ser uno independiente en la toma de decisiones para consigo mismo es algo muy saludable. Encerrarse en algo es algo peligroso, genera dependencia, aislamiento y otras cosas.

En el mundo de hoy lo positivo es estar cuanto más abierto a distintas opciones mejor y aún así la cosa está difícil pero bueno. Si esto lo extrapolamos a la dependencia tan enorme que se ha generado hoy con la tecnología es algo sumamente grave ya que está la puerta abierta a la manipulación , extorsión y control de masas. Los que controlan estos medios hacen “pruebas” de supuestas desconexiones para demostrar que tienen poder sobre muchos.

Hoy si le quitas el móvil y el coche al individuo no es nadie, se arrincona y llora como un cobarde. El supuesto “homo sapiens” se ha convertido en un drogata tecnológico que solo se relaciona con el tema de apretar botones.

De tal forma es la dependencia para con los instrumentos de tecnología y la adicción que si hubiera un cataclismo a escala planetaria quedarían en pie sólo unos pocos, los que pudieran reconstruir el mundo sin necesidad de tecnología.

Se ha convencido a las personas que “progreso” e “inteligencia” es lo material y tecnológico y sin duda nada más lejos de ello. Indicadores de progreso en una sociedad es que esta aumenta en felicidad , empatía, solidaridad entre personas, hay un nivel alto de educación, sanidad y vivienda para todos así como opciones laborales estables y con sueldos justos adecuados al estándar de vida. Hoy estamos muy alejados de eso.

Estos puntos son como mínimo los que se pueden establecer para llamar a una población determinada que progresa y que tiene un futuro.

Jesús Antonio Fernández Olmedo